DIARIO DE UNA DISTOPIA. 9


LA BOLA DE CRISTAL

Me entretengo estos días de confinamiento auscultando mis síntomas de un posible contagio, que estoy seguro a todos nos llegará tarde o temprano, y también leyendo una monografía de editorial Crítica titulada Historia de las religiones, escrita por varios autores pero dirigida en su mayor parte por Giovanni Filoramo. No es que haya avanzado mucho en el texto por ahora, ya que hago otras muchas cosas como editar vídeos, escribir este absurdo diario y discutir en redes sociales sobre el Gobierno y las responsabilidades políticas de la nefasta gestión de la epidemia, y con ello me cargo de paso mi reputación de simpático motero apolítico, pero es que cuando uno presencia horrorizado como la Parka asuela la ciudad donde vive y a la peste expandirse sin control y carcomer la civilización que creía consolidada con riesgo para su vida, su hacienda y su familia, pues como que te suda mucho la polla la reputación de simpático motero gilipuertas y te pones a pensar en serio en cómo cojones hemos llegado hasta aquí.

Hasta ahora he leído los capítulos dedicados a Mesopotamia, que inventa el culto a la par que la escritura; los pueblos indoeuropeos que pergeñan el sistema de tres castas que luego se impondrá en India; Egipto, que fueron los que primero destilaron el concepto de más allá, reservado a los faraones y luego a los sacerdotes; y los griegos, que siempre son los que más me han interesado por sus intrincadas genealogías de dioses lascivos, mentirosos y ladrones. Cuenta Filoramo que los griegos basaban su civilización en dos polos, la poesía y la adivinación. «La poesía es el medio de transmisión del patrimonio mitológico y la adivinación guía del hombre griego a la hora de decidir las acciones que debe llevar a cabo.» Aclaro yo que como la mitología explica el origen de los tiempos y el por qué las cosas son como son retrotrayéndose a las acciones de los héroes y dioses míticos, o sea, nos cuenta el pasado, la adivinación trata de explicar el futuro para que no nos pillen con el carrito del helado las derrotas y las epidemias.

Claro que la adivinación no es cosa fácil porque la consulta de arúspices y oráculos siempre daba a los griegos respuestas imprecisas y ambiguas, al menos tan ambiguas e imprecisas como las de una comparecencia de ministros españoles en los tiempos del Covid 19, que más que irse por las ramas parecen levitar sobre el ruin follaje de las preguntas filtradas que nunca contestan más que con vapor y remitiéndose a lo que diga Fernando Simón, a quien parece olerle ya la cabeza a pólvora y no creo que ni se de cuenta. Esto de la ambigüedad tiene la función evidente de que si pasa una cosa, bien, y si pasa la contraria, también bien porque tanto la una como la otra encajan en el vago molde de la contestación del oráculo.

Como ejemplo perfecto de esa ambigüedad tenemos a Heródoto, quien nos cuenta que que Sart (en la actual Turquía) era la capital del poderoso y rico reino de Lidia. Creso era el monarca y se sentía un hombre dichoso con sus tesoros y su trono. Un día recibió en su corte al sabio griego Solón y le preguntó si entre tantos hombres había visto alguno verdaderamente dichoso. Solón, que se daba cuenta de la presuntuosidad de Creso, contestó que la vida de un hombre es una serie de calamidades y que solo al final de la existencia de un hombre y sabiendo cómo acaba se puede decir si fue o no dichoso. Poco tiempo después Creso tuvo apetencia de combatir a los persas, pues bajo el mando de Ciro se estaban haciendo muy poderosos. Nada se hacía entonces sin consultar al oráculo de Delfos, así que Creso ordenó realizar fenomenales sacrificios a Apolo y consultar el oráculo, que contestó “Si atacas a los persas destruirás un gran Estado”. Creso interpretó el augurio favorablemente y creyó que destruiría el imperio Persa. Pero Creso atacó, perdió y cayó preso. Efectivamente, destruyó un gran Estado: el suyo propio.

Pues con la epidemia estamos un poco como Creso. Nuestros gobernantes consultaron sus oráculos de Inteligencia Artificial y lo mismo hicieron las grandes empresas que tenían que ir al Mobile World Congress. Y las respuestas que obtuvieron, en forma de distintos posibles escenarios que irían desde la ligera afectación hasta la epidemia global como letal plaga bíblica, debieron ser parecidas, pero cada arúspice las interpretó como quiso, las empresas tecnológicas entendieron que no valía la pena correr el riesgo de participar en un evento masivo donde se les pudiera hacer civil y penalmente responsables de miles de contagios, y los gobiernos entendieron que les iba a tocar la lotería del más benigno escenario posible porque son guapos y demócratas y que lo principal era evitar una crisis social y no proteger la salud.

Ahora se encogen de hombros y esquivan toda responsabilidad. Nos dicen como si no fuera con ellos que era imposible predecir lo que se veía venir de lejos y que hasta los programadores de Samsung vieron, pero nosotros, pobres contribuyentes, recordamos perfectamente que nuestros próceres nacionales, autonómicos y municipales nos aseguraron que no había motivo de salud pública para cancelar el congreso de los móviles y que, además, los organizadores tendrían que indemnizar a los perjudicados puesto que había sido una decisión unilateral (afortunadamente unilateral). Pues esto también ha salido regular. Parece que no solo estamos confinados, con riesgo de contagio y asomados al balcón de la ruina, sino que como hemos declarado legalmente un pedazo de fuerza mayor también tendremos que hacer frente a las indemnizaciones por la cancelación de ese evento que hace un mes no había motivo para cancelar y que hoy nadie en su sano juicio permitiría.

Apolo, dios de la poesía y la adivinación, danos fuerza.

Prometo que antes del fin del estado de Alarma os cuento mi anécdota de la Capilla Sixtina.

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5 pensamientos en “DIARIO DE UNA DISTOPIA. 9

  1. Te haces mayor José Antonio M S.
    Muy buena esta entrada de diario…
    Aunque falta La Sixtina….
    Gracias.

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  2. Galguillo Galguillo

    Entre tanto dolor encontrar rincones como éste es muy necesario así que, me vas a disculpar, pero de «absurdo», nada. Y es que leer textos interesantes y, sobre todo, cortos (recuerdo que, en cierta ocasión, te comparé con Edgar Allan Poe, no por su «ramalazo» romántico y si porque dominas el relato corto) entretiene y es una voraz fuente de aprendizaje.
    Todos andamos pendientes de nuestros síntomas, quizás a sabiendas de que, tarde o temprano, vamos a tener un estornudo «diferente» y también estamos mirando de reojo a los políticos que no hacen nada mejor que crear desconfianza y desasosiego. Pero en esta vorágine de desastres hay buenas noticias, sobre todo por el ingente trabajo de los que quieren curar y cuidar a los que enferman. Hay grandes avances ya en estrategias antivirales en relación con la monitorización de los niveles de ferritina y la llamada «tormenta de citoquinas» que apuntan a pautas de tratamiento efectivas pues nuestra genética mediterránea tiene sus pros y sus contras.
    Un abrazo, gran Silvestre.

    PD.: La Capilla Sixtina volverá a lucir su esplendor en ese relato que, aún sin fecha segura, nos entregarás lleno de felicidad.

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  3. Cova

    Antes de dormir, cada día leo el diario..es muy entretenido y bien escrito.

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  4. Me gusta leer este diario Miquel, me sirve de apoyo en esta cuarentena en la que vivimos tanta incertidumbre y soledad. Un fuerte abrazo

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  5. Cristina

    Buenas noches Miquel,
    Había escuchado hablar de ti a mi hermano, ni siquiera había visto tus documentales, pero desde que Alberto me envío uno de tus videos del confinablog, te escucho cada día. Aún a pesar de haber decidido practicar la “desinformación” para no indignarme yo y, por ende, indignar a los demás… tu blog y tus videos es de las pocas cosas que veo…..
    Gracias por tu espíritu crítico y por atreverte, pese a todo y pese a todos, a ser “libre”. Gracias por compartir en tus videos de cocina tus reflexiones. Reflexiones que tantas veces me recuerdan, aunque con palabras sencillas y llanas, al esquema de una demanda: hechos, fundamentos y suplico, este último para tan solo pedir que no nos traten como a tontos…

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