En moto por el Eje del Mal. Literatura, hipocresía, cinismo y verdad.


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«Ten mucho cuidado» me recomendaba el bienintencionado autor de aquel correo electrónico que acababa de abrir después de varios días desconectado, «Se ha montado un escándalo tremendo con el asunto de wikileaks. No estás en el mejor lugar para los occidentales. Las agencias de prensa advierten de que crece la indignación entre los musulmanes. Te has metido en el epicentro de una ola de cristianofobia«. Cerré la página web y miré en derredor. Los abundantes usuarios de aquel ciber café en pleno Kurdistán iraquí no me prestaban la más mínima atención, enfrascados como estaban en sus videojuegos. ¿Wiki qué?, me pregunté extrañado.

Salí al exterior. La populosa ciudad de Erbil hervía de actividad. Un grupo de curiosos rodeaba mi motocicleta con matrícula española. Uno de ellos se había subido para que le fotografiasen; el resto aguardaba pacientemente su turno. A ninguno parecía importarle lo más mínimo que del retrovisor colgara un sencillo crucifijo ni que en un lateral llevara la pegatina de una silueta de pez, esquemático símbolo por el cual se reconocían los primeros seguidores de Cristo durante las persecuciones romanas. Con tan visibles muestras de mi fe, había atravesado Oriente Medio sin el más mínimo contratiempo. Ningún musulmán de los muchos con los que me relacioné me comentó nada sobre algo llamado wikileaks.»

Rescato este párrafo de mi diario del viaje que realicé por toda la orilla sur del Mediterráneo, Irak e Irán en el 2009, antes de la explosión llamada Primavera Árabe y que en realidad trajo una situación peor que la precedente, pues como dijo Kant, prefiero la injusticia al desorden, pues el desorden es la mayor injusticia. Y además, ese injusto desorden lo pagan siempre los más pobres. Estas notas conforman el armazón de mi próximo libro: En moto por el Eje del Mal, y me sirven para realizar un pequeño avance pero también una reflexión sobre el empeño de escribir.

La escritura no puede ser nunca un intento de salvación personal pública. No se puede ser hipócrita pero resulta imprescindible ser algo cínico. El hipócrita se finge mejor persona de lo que es, mientras el cínico exagera sus defectos para que se descubra su verdadero rostro humano tras la máscara de la hipérbole. La hipocresía se delata por los párrafos engolados y pretenciosos, al cinismo se le reconoce por la divertida mala leche. La hipocresía ansía gustar, el cinismo desahogarse. Escribir es más arriesgado de lo que se cree: nos desnuda sin que nos demos cuenta.

El escritor es siempre humano, y también vanidoso, en él se dan pues dos terribles pecados; como decía Borges, los espejos son tan monstruosos como la cópula, pues ambos multiplican el número de seres humanos. No, la escritura no debe servir nunca como coartada para justificaciones morales propias, tal vez como expiación de las propias faltas, pero jamás como un reflejo embellecido de uno mismo. Ha de contarse la verdad de las propias debilidades aunque el autorretrato no nos sea favorable. Pero ese reconocimiento de las faltas nos hará más dignos, nos hará mejores que al empezar a escribir.

Pero por otro lado, esa verdad exige que el mundo se describa contando que no son ciertas las desinformaciones y prejuicios que nos trasladan los medios de comunicación. Nosotros, el que escribe, puede quedar malparado en el texto, pero no la Humanidad. Si el planeta gira y funciona, si viajamos de un sitio a otro, si conocemos otras culturas, es porque la gente es igual en todas partes. Y eso hay que contarlo.

La anécdota del principio del párrafo me sirve para situar las recientes noticias de Oriente. Noticias que en Occidente son magnificadas en un afán sensacionalista que a la larga resultará nocivo para todos nosotros, cristianos, musulmanes, ateos o agnósticos. La realidad del mundo no es ese terrible desastre, ese cenagal de odio que nos cuentan. El mundo es un lugar mucho más acogedor. Creo que va siendo necesario que alguien lo diga claramente. No existe en el planeta de la gente real una ola de cristianofobia o antioccidentalismo. No debería pues alentarse una réplica islamofoba, construida sobre exageraciones o medias verdades.

¿Quién soy yo para afirmar semejante cosa? Desde luego no soy filósofo, ni catedrático, ni pertenezco a un think tank que evalúe tendencias sociales. Sólo soy un viajero. Viajo solo. Viajo en moto. Viajo desnudo y sin guardaespaldas ni guías. Pero confío en que el ser humano que voy a encontrar en la siguiente curva no será el monstruo con el que me quieren atemorizar desde algunos estrados y tribunas. Hablo desde la sencilla experiencia de quien en sus muchos kilómetros recorridos ha encontrado muchos más ángeles que demonios. La gente es decente en todas partes.

Por supuesto no siempre aterrizo de pie en mis aventuras. He sufrido accidentes, robos y extorsiones. También viví de cerca el miedo a un secuestro en Mauritania. ¿Cristianofobia? ¿Odio al occidental? No, sencillamente una implacable lógica económica. Si la piel europea se cotiza al alza, es de cajón que aumenten los cazadores. Cinco millones de dólares es una cifra inimaginable en una de las regiones más pobres del planeta.

Claro que hay crimen, violencia y conflicto, pero eso no es en absoluto la norma general, ni siquiera es la excepción. Es la excepción de la excepción. Sin embargo, cuando se enfoca el mal con una cámara, solo el mal llena el objetivo. Aún recuerdo el 11S. Un avispado reportero filmó un pequeño grupo de palestinos en plena celebración. Quizá diez o doce a lo sumo. Pero lo que el mundo vio fue una gran manifestación de júbilo que recorría toda Palestina. Cuando cuatro memos se juntan a quemar una bandera, siempre hay un periodista para sacar una foto. Nadie ve la cotidiana calma que discurre inalterada detrás de la exaltada escena. Eso que nos enseñan no es la realidad, pero sirve bien para asustarnos, para hacernos pensar que más allá está siempre el enemigo.

Soy cristiano y confío en mi hermano musulmán allá donde se encuentre. Confío en el hombre sencillo que trabaja para sacar adelante a su familia. El hombre que me ofrece un té, comida e incluso habitación cuando me ve cansado. El que me pregunta por mi viaje, examina mi moto y conviene conmigo en que sólo hay un Dios. Ese es un hombre de paz. Es un buen hombre. El mundo está lleno de ellos. En mi próximo libro tal vez haya un hombre imperfecto, egoísta y débil. Pero ese solo seré yo.

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7 pensamientos en “En moto por el Eje del Mal. Literatura, hipocresía, cinismo y verdad.

  1. Hola Miguel, enhorabuena por tu espíritu, nos da una envidia sana a todos. Al final, después de leer un libro tuyo en primera persona, parece que nos conocemos… solo reafirmar que el último párrafo es real, yo ya resido desde hace años en Arabia, y es verdad, cuando te encuentras a personas fuera del ámbito mediático de la desinformación, las raíces de hermano cristiano-árabe existen, más cuando el dios es el mismo, solo nos diferencia la metodología de oración y un profeta distinto.
    Un abrazo y mucha suerte, si aterrizas por este lado del mundo, Jeddah, aquí tendrás una casa.
    mi email. canarycruiser@gmail.com.

    Un abrazo y mis mejores deseos.

    Pd: Ya somos muchos los españoles que hemos salido de España, por curiosidad o por necesidad… la próxima aventura la podrías llamar de casa en casa (española) por el mundo… que creo que es raro que estas alturas alrededor del mundo no hayan españoles a menos de 1000 uno de otros en el peor de los casos.

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  2. Es el primero de tus textos que leo y me parece maravilloso, grande en nobleza. Me alienta a emprender por segunda vez un largo recorrido mejor preparado esta vez, aunque en mi caso es a pie. gracias por esa energía y pendiente de tus otras publicaciones.

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  3. A veces cuando te leo no veo en el escritor a mi hijo, es a un ser humano que escribe con el corazón en la mano y me enternece, veo a un creyente profundo y me conmueve, veo a alguien ajeno a mi al que me gustaría sentir de cerca.Te admiro como escritor y estoy segura que llegarás lejos pero mas admiro al personaje que se muestra entre lineas y tengo miedo de que llegues y no seas tú

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  4. Cada vez que te leo, me parece más acojonante tu punto de vista y lo mucho que das que pensar. Me pareces hombre sabio.

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  5. Oye, Mercedes, ¿Escribes tú también? Leyéndote entiendo de dónde vienen los genes del chaval.

    Un abrazo a los dos.

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  6. Solo puedo decirte que espero impaciente el resto del libro!

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  7. Lo esperamos.

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